Cada vez que uno siente algo,
que acaricie algo que le signifique,
que le retribuya,
que le enfatice.
Cada vez que uno recuerde,
que los sentidos y la vida,
que las creencias y afectos,
que las tardes de invierno,
los paraísos de verano.
Uno no puede si quiera,
observar un templo,
y dejar de imaginar
que en el lugar haya un buen bar,
donde de verdad se maten la penas
en un vaso de vino.
lunes, 26 de abril de 2010
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